20 de abril 2006
Me revuelco en tu felicidad
de observar cabezas
caer
a la interperie absoluta,
en medio del asfalto
cantando un golpe seco
sobre sus costillas grises.
Mirar cómo se enredan
entre tus pies,
esos mudos cuellos,
amnésicamente entregados
a no alcanzar
tus lágrimas,
las cruces oscuras de rebelión,
posesiones invisibles,
a ti, mujer que se levanta entre los muertos,
herida en tu sexo transparente
y tanteando,
como una gata, el camino final.
Lamiéndote el rumor de cuerpo insomne
que te consume extranjera de olvido.
Tú,
bendita entre todas las hembras,
siembra semillas tristes sobre los párpados
de aquellos decapitados de tu vida.
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