Ah, rostro mío,
cómo te amaba el tiempo
cuando eras
antes del gesto
un niño breve,
ungido
en la rara melodía de los ecos.
Y ahora,
después del gesto,
el esfuerzo
de ser
de un largo silencio
para alcanzar,
vacío,
tu forma
de miedo.
Ana Becciú
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2 comments:
qué bueno tu blog. Diego Maquieira... bien.
gracias por pasar, saludos.
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