Wednesday, June 27, 2007

Rayuelístico











"-¿Por qué? -dijo la Maga, sin moverse del suelo, mirándolo como un perro.


-¿Por qué que?


-¿Por qué?


-Ah, vos querés decir por qué todo esto. Andá a saber, yo creo que ni vos ni yo tenemos demasiado la culpa. No somos adultos, Lucía. Es un mérito pero se paga caro. Los chicos se tiran siempre de los pelos después de haber jugado. Debe ser algo así. Habría que pensarlo."



Capítulo 20 (Fragmento)





"-Decime cómo hacer el amor Ossip- murmuró Oliveira, apretando los labios contra los de la Maga. - Pronto, que se me sube la sangre a la cabeza, no puedo seguir así, es espantoso.


- Lo hace muy bien - dijo la Maga, mordiéndole el labio - Muchísimo mejor que vos, y más seguido.


- ¿Pero te retila la murta? No me vayas a mentir. ¿Te la retila de veras?


- Muchísimo. Por todas partes, a veces demasiado. Es una sensación maravillosa.


- ¿Y te hace poner con los plíneos entre las argustas?


- Sí, y después nos entreturnamos los porcios hasta que él dice basta, basta, y yo tampoco puedo más, hay que apurarse, comprendés. Pero eso vos no lo podés comprender, siempre te quedás en la gunfia más chica.


-Yo y cualquiera -rezongó Oliveira, enderezándose-. Che, este mate es una porquería, yo me voy un rato a la calle.


-¿No querés que te siga contando de Ossip? -dijo la Maga-. En glíglico.


-Me aburre mucho el glíglico. Además vos no tenés imaginación, siempre decís las mismas cosas. La gunfia, vaya novedad. Y no se dice -contando de-.

-El glíglico lo inventé yo -dijo resentida la Maga-. Vos soltás cualquier cosa y te lucís, pero no es el verdadero glíglico(...)



Capítulo 20 (Fragmento)





"- Todo se deshace cuando lo agarrás, hasta cuando lo mirás- dijo Pola-. Sos como un ácido terrible, te tengo miedo.


- Hacés demasiado caso de unas pocas metáforas.


- No es solamente que lo digas, es una manera de... No sé, como un embudo. A veces me parece que me voy a ir resbalando entre tus brazos y que me voy a caer en un pozo. Es peor que soñar que uno se cae en el vacío.


- Tal vez- dijo Oliveira- no estás perdida del todo.


- Oh, dejame tranquila. Yo sé vivir, entendés. Yo vivo muy bien como vivo. Aquí, con mis cosas y mis amigos.


- Enumerá, enumerá. Eso ayuda. Sujetate a los nombres, así no te caés. Ahí está la mesa de luz, la cortina no se ha movido de la ventana, Claudette sigue en el mismo número, DAN- ton 34 no sé cuántos, y tu mamá te escribe desde Aix-en-Provence. Todo va bien.


- Me das miedo, monstruo americano- dijo Pola apretándose contra él-.Habíamos quedado en que en mi casa no se iba a hablar de...


- De tizas de colores.


- De todo eso..."



Capítulo 64 (Fragmento)





"- Andá a saber- le dijo Oliveira a alguien que no era Talita-. Andá a saber si no sos vos la que esta noche me escupe tanta lástima. Andá a saber si en el fondo no hay que llorar de amor hasta llenar cuatro o cinco palanganas. O que te las lloren, como te las están llorando"


Capítulo 54 (Fragmento)





"El verdadero doppelgänger sos vos, porque estás como descarnado, sos una voluntad en forma de veleta,ahí arriba. Quiero esto, quiero aquello, quiero el norte y el sur y todo al mismo tiempo, quiero a la Maga, quiero a Talita, y entonces el señor se va a visitar la morgue y le planta un beso a la mujer de su mejor amigo. Todo porque se le mezclan las realidades y los recuerdos de una manera sumamente no-euclidiana."



Capítulo 56 (Fragmento)





Rayuela- Julio Cortázar

Editorial Cátedra

Saturday, June 23, 2007

Configuraciones de una sorpresa-II





...Si entras al armario nocturno y abres el portón
y caminas muy lento hasta el bosque
y en un claro te pones a pensar
en tus hijos y en las altas paredes
y entonas una canción misteriosa
el mar no tendrá tiempo para recordarte.
Podrá decir tu nombre y silbar todo el invierno como loco
pero no te tentará con la fruta aguda de los acantilados.
Anda tranquilo, hunde la mano a través de la ventana:
en la otra orilla hay unos árboles inmensos.



Javier Bello- Chile








...Gauaren armairuan sartu eta
atetzarra irekitzen baduzu
eta oso mantso bazoaz basoraino eta
soligune batean zure seme-alabengan
eta murru altuetan pentsatzen jartzen
bazara eta kantu misteriotsu bat
abesten baduzu
itsasoak ez du astirik izango zutaz gogoratzeko.
Zure izena esan ahalko du eta negu
guztian ero modura txistu gin
baina ez zaitu jauslekuetako fruta zorrotzarekin tentatuko.
Zoaz lasai, murgil ezazu eskua leihoan barrena:
beste ezpondan zuhaitz erraldoiak daude.


Javier Bello- Chile







Monday, June 11, 2007

Ulises (fragmento)- James Joyce



Final del monólogo de Molly Bloom


Dios mío después de aquel largo beso casi me quedo sin respiración si dijo que yo era una flor de la montaña sí que somos flores todas el cuerpo de mujer sí fue la única verdad que dijo en su vida y el sol brilla para ti hoy si por eso me gustaba por que vi que entendía o sentía lo que es una mujer y yo sabía que siempre le podía buscar las vueltas y le di todo el placer que pude invitándole hasta que me pidió que dijera sí yo no queda contestar al principio sólo miré a lo lejos el mar y al cielo pensaba en tantas cosas que él no sabía en Mulvey y Mr. Stanhope y en Hester y en padre y en el viejo capitán Groves y en los marineros jugando a antónpirulero y a las prendas y a mear alto como ellos lo llamaban... y los ventorrillos medios abiertos por la noche y las castañuelas y la noche que perdimos el barco en Algeciras y el sereno de un sitio para otro sereno con su farol y O aquel abismal torrente O y el mar el mar carmesí a veces como fuego y las puestas de sol gloriosas y las higueras en los jardines de la Alameda si y todas aquellas callejuelas extrañas y las casas de rosa y de azul y de amarillo y las rosaledas y los jazmines y los geranios y las chumberas y el Gibraltar de mi niñez cuando yo era una Flor de montaña sí cuando me ponía la rosa en el pelo como hacían las muchachas andaluzas o me pondré una roja sí y cómo me besaba junto a la muralla mora y yo pensaba bien lo mismo da él que otro y entonces le pedí con la mirada que me lo pidiera otra vez sí y entonces me preguntó sí queda sí decir sí mi flor de la montaña y al principio le estreché entre mis brazos sí le apreté contra mí para que sintiera mis pechos todo perfume sí y su corazón parecía desbocado y sí dije sí quiero Sí.




Ulises


James Joyce


Wednesday, June 06, 2007

Discotheque-2º parte (Prólogo)




“Él: Me voy a lanzar por la ventana.


Ella: Tírate


Él: ¿Qué?


Ella: Que te tires por la ventana.


Él: Ok. Lo haré



(Él camina hacia una de las ventanas)



Ella: Espera, espera.



(Él deja de caminar y mira el suelo con aire triunfante)




Él: ¿Qué quieres?



Ella: Elige otra ventana, esa no, vas a caer encima del jardín.



Él: ¿Quéeeee?



Ella: Eso. Vas a arruinar el jardín. Mañana estarás muerto y encima tendré que ocuparme de arreglar el jardín. Simplemente elige otra ventana para lanzarte.



Él: No, no, así no. No pienso lanzarme por ningún lado.



(Ella le da la espalda, sonríe y sigue escribiendo)

Saturday, June 02, 2007

La Maga: Edith Aron

Reportaje a Edith Aron, la Maga


por Juana Libedinsky




"¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts"

Rayuela- Capítulo I


Ya no es la rue de Seine ni el Pont des Arts, sino un pequeño departamento en el elegantísimo barrio londinense de St. John's Wood, a pocos metros de la Abbey Road que hicieron famosa los Beatles y cerca del magnífico Zoológico de la ciudad. Pero la Maga sigue siendo la misma. Sí, porque la musa de Cortázar, la misteriosa protagonista femenina que deambula por Rayuela, el personaje más famoso de su libro más famoso y con el cual le rompió el corazón a sus lectores existió y existe. Y es Edith Aron, una encantadora señora de 80 años que vive en el más completo anonimato, escribiendo en las madrugadas silenciosas, entre las cartas y recuerdos del hombre que la inmortalizó para la literatura.

"Una sola vez, cuando en el almacén cercano a mi casa una chica mexicana me dijo que era una gran admiradora de Cortázar y que la Maga era su ideal, como era tan simpática pensé en decirle quién era yo. Pero no lo hice. No es un tema del que me guste hablar, no lo necesito y, además, a los ingleses nunca les interesó. Pero ahora… bueno, digamos que soy una señora mayor. Quizá no esté para el próximo aniversario de Cortázar", aclara suspirando.

BUSCADA

Cortázar dejó grabada la imagen de la Maga a los veintipico de años, con medias negras y zapatos colorados, fumando Gitanes y con el pelo despeinado. En 1963, en pleno furor de Rayuela, "todas las muchachas de la Facultad querían ser la Maga -recuerda Julio Ortega, editor de la edición crítica francesa de Rayuela y profesor de literatura de la Universidad de Brown-; y todos los hombres querían buscar su Maga, la fantasía masculina de la mujer enigmática que se relaciona con las fuerzas más intuitivas con una sabiduría inocente". Hoy, los amigos de Aron siguen fascinados por ella y la describen como una extraña belleza, alta e imponente, de nariz aguileña, ojos brillantes que miran muy fijo y el pelo corto color azabache. "Nadie me da mi edad, ¿sabe?", aclara con evidente coquetería y un dejo de acento alemán en su castellano bien porteño, y en el cual se le escapa cada tanto un macanudo. "¿Qué me vio Cortázar? No sé, ¡yo era simplemente una chica buena y agradable!", aclara risueña. Edith Aron nació en el Sarre, una región en el límite entre Francia y Alemania, "que de no haber sido lamentablemente anexada por los alemanes hoy sería un pequeño país independiente como Luxemburgo", explica. De familia judía, poco antes de la Segunda Guerra Mundial emigró con sus padres a la Argentina, donde ya tenían parientes. "Fui al Colegio Pestalozzi, a cuyos profesores les voy a estar por siempre agradecida. Me permitieron mantener una identidad alemana como la de ellos, profundamente distanciada de la política e ideología nazi." En un barco de vuelta a Europa, en 1950 y con 23 años, conoció a Cortázar. "Yo estaba en tercera clase, no pasaba nada demasiado interesante y, de pronto, vi a un muchacho tocar tangos en el piano. Una chica italiana con la que compartía la cabina me dijo que me miraba y que como era tan lindo, por qué no iba a invitarlo a nuestra mesa. Pero estábamos sentadas con gente muy rara, el mozo era muy viejo y no me animé." Al poco tiempo, ya en París, entrando en una librería, Edith vio una cara conocida. "Cortázar me reconoció también, e intercambiamos unas palabras. Nos volvimos a cruzar en el cine, viendo Juana de Arco. Luego, en los Jardines de Luxemburgo. Él estaba muy influido por los surrealistas, que creían que las coincidencias eran algo importante, así que me invitó a tomar algo, me leyó un poemita y hablamos de amigos comunes en Buenos Aires."

"Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico." (Rayuela, de Julio Cortázar, 1963)

Claro que no todo fueron encuentros casuales. "Cortázar trabajaba en una exportadora de libros en la esquina de mi casa en París, y venía a verme para almorzar. Era muy entretenido. Por ejemplo, me decía que le hiciera una ensalada azul. Yo no tenía idea de qué era eso. Entonces él tomaba cualquier ensalada y la llenaba de estampillas azules. Hacía todo el tiempo ese tipo de juegos, en los que yo nunca me sentí a la par. ¡Me acomplejaba porque él sabía tanto y yo sabía tan poco! No me decidí a irme a vivir con él justamente porque quería estudiar. Además, sabía que él admiraba mucho a Aurora Bernárdez, que estaba en Buenos Aires", confiesa con un susurro. "Con mucha discreción", aclara, sus recuerdos ya fueron publicados en 1999 en un libro que escribió en alemán, Las casas falsas, y publicado por una editorial de Heidelberg.

-¿Usted estaba enamorada?

-No lo sabía. Cierta noche Cortázar me dijo que Aurora vendría a pasar fin de año a París, y me preguntó qué era más importante para mí, Navidad o Año Nuevo. No sé por qué le dije que Año Nuevo, que Navidad la iba a pasar con mi papá. Cuando nos volvimos a ver, él había pasado Navidad con Aurora y se había decidido por ella. Fue sólo al perderlo que me di cuenta de que lo quería.

-Pero usted ya estaba para siempre asociada a él por Rayuela. ¿Se siente identificada cuando lee el personaje de la Maga?

-El me escribió diciéndome que había basado su personaje en mí, y nos pasaban, es verdad, cosas espontáneas como las de la novela. También hay algunos episodios, como ese en el que encontramos un paraguas viejo en las calles de París y le damos una ceremonia de entierro, que ocurrieron más o menos como los cuenta. Pero la Maga es un personaje literario.

-¿Cortázar era tan buen mozo como se ve en las fotos?

-Bueno, de chico tuvo un problema en las glándulas que hacía que pasara el tiempo y se viera siempre igual, sus enemigos le decían Dorian Grey, como el personaje de Oscar Wilde, porque su aspecto nunca cambiaba. Tarde en la vida se hizo operar y sólo entonces, por ejemplo, le creció la barba. Me parece que le costó tanto tenerla que nunca más se la sacó. Por otra parte, no podía tener hijos. Tuvo otro tipo de hijos, los libros, pero no de los de carne y hueso, que son los que humanizan. Y él era demasiado intelectual. Incluso usaba anteojos de joven sin necesidad, hasta que Aurora lo convenció de que se los sacara…

-¿Sintió celos por Aurora?

-Nunca sentí celos por Aurora. Más adelante, ellos insistieron en que, de tanto en tanto, fuese a comer a su casa. Yo era la chica que había aprendido junto a él. Después de todo, eso era lo que más le gustaba hacer, por algo en la Argentina había sido maestro de escuela. Pero la primera vez reconozco que me levanté de la mesa, me encerré en el baño y lloré. Yo había estado sufriendo sin darme cuenta. Y sé que él estaba un poco preocupado. Con el éxito que le trajo Rayuela, sabía que un poco me usó. Y ganó.

"No necesito decirte quién es Edith, vos lo habrás adivinado hace mucho, ¿verdad? Entonces, ¿vos te imaginás Rayuela traducida por ella? (...) En Rayuela, te acordás, la Maga confundía a Tomás de Aquino con el otro Tomás. Eso ocurriría a cada línea..." (Carta de Julio Cortázar a Paco Porrúa, extracto, 1964)


Edith Aron





LA DECEPCIÓN



Edith Aron asegura que a pesar de no haber sido la elegida, siempre le guardó un enorme cariño a Cortázar. Hasta que cierto día le sacaron las traducciones que ella estaba haciendo de sus libros al alemán y, peor aún, se enteró de este fragmento de la carta del escritor a su legendario editor, Paco Porrúa. "Me hizo muy mal profesionalmente. ¡Yo trabajé en el Instituto Goethe de Londres, en el Imperial College! Creo que Cortázar me confundió con el personaje. La realidad es que para entonces mi madre -a quien yo no veía desde hacía diez años- estaba gravemente enferma en Buenos Aires. Tuve que ir a cuidarla y me demoré en entregar las traducciones. Eran textos muy buenos, los hice ver por expertos. Cortázar estuvo muy mal en hacérmelos sacar. Luego se arrepintió, pero yo ya tenía una rabia infinita."

-¿Nunca más volvió a verlo?

-El decía que por el azar nos volveríamos a encontrar. Nos cruzamos en una Feria del Libro de Francfort. Y luego, un día en el metro londinense me lo encontré en el mismo vagón. Ya estaba con otra mujer, muy joven, llena de anillos de plata en los dedos, pero igual se sentó a mi lado y me preguntó de dónde venía. "De mi trabajo", le dije orgullosa. El me respondió: "¿No crees que este encuentro tiene algún sentido?" Y pidió que nos viésemos al día siguiente. Pero me había lastimado mucho, y yo ya no creía en la casualidad. Así que al llegar a la estación Picadilly le dije: "Me voy", y me bajé. Nunca imaginé que las próximas noticias que tendría de él serían las de su muerte, en 1984.

-¿Por qué no creía más en la casualidad?

-Una vez un rabino me dijo que ser judío es como una vacuna: funciona como defensa ante un momento crítico. Yo siempre fui muy liberal, nada religiosa, pero me parece que eso es verdad. Fíjese: yo acababa de leer a George Steiner respecto de una teoría del judaísmo que no acepta la coincidencia, y eso me sirvió para justificar no volver a verlo. Además, aparte de Cortázar yo tuve una vida muy linda. Soy la viuda de un artista inglés que trabajó un tiempito como corrector en el Buenos Aires Herald. Y tengo una hija, Joanna, que es cantante. Llegó a tener pasaporte argentino, que guardo con cariño. Como ella tenía dieciocho meses, le tomaron la foto y le hicieron estampar su dedito, aclarando, debajo: No firma aún. Es el último recuerdo que tengo del país, al que me encantaría volver, pero ya no puedo viajar mucho.

-Una última pregunta que me desvela. El personaje de la Maga andaba despeinado, cocinaba mal y fumaba Gitanes. ¿Y usted?

-No sé, creo que en una carta le escribí a Cortázar que estaba despeinada. Nunca fui una gran cocinera. Crecí en la Argentina, así que me sigo basando en el bife con ensalada. Y los Gitanes, bien fuertes, sí, me encantaban. Pero ahora, ¡sólo me dejan fumar Philip Morris Ultra Light!



"Edith Aron: la maga de Julio Cortázar", en La Nación, Buenos Aires, 07/03/2004














http://www.geocities.com/juliocortazar_arg/reportajemaga.htm


Friday, June 01, 2007

Las escenas son sencillas- Yanko González


A)

La primera es donde él la toma por sorpresa/ besando el pliegue que

sostiene las compras del hipermercado/ y ella bala como un bebé

de cientoveinteaños/ y comentan la segunda escena donde irán a encadenarse

con anillos calados/ él insiste en pararse justo al medio/ donde una rejilla

los sostiene de una vereda perforada hasta el abismo/ y olvidar hasta

más tarde que sobre sus techos explotará napalm con hijos/ ella dice

camina cariño de una vez por todas/ y pasan más de setenta-y-siete-meses-setenta-días-setenta-y-siete-horas/ él repite oculto por tercera vez la primera escena/

mientras ella

lo espera

con pescado.




B)

La otra escena es más sencilla: ella baja las escaleras a topetones/ él la busca

cegado por el té hirviendo/ rociado antes por ella en la cara/ el lugar

donde se ha encajado la puerta/ para apresarla/los gritos se inclinan

hacia el oído feroz del vecindario/ él confunde la de salida por la del baño/ ella

queda inmóvil esperando un brazo/ él se golpea la frente con la loza/

se desparrama/ un auto frena y ennegrece parte de su acera/ ella

recibe un aire mecido por dos tepas/ él se ahoga en su sangre que busca un hueco/

ella se abriga calle abajo.




C)


La última escena es donde ella le toma por sorpresa/ besando el pliegue

de las compras del hipermercado/ y él no escribe absolutamente nada

y cocina y sacude y riega todo el año/ y ella ordena cosas fritas/

que a él

le dan alergias.
Yanko González C.
Metales pesados, Editorial Kultrún, 1998.